Estaba sentado en una terraza en un bar cerca del balneario de Cuntis.
Fueron a sentarse a mi lado tres paisanos, ya mayores, en animada tertulia. Eran de Pucela , gente guasona y socarrona, que se recreaban en la anećdota con un barroquismo admirable.
Fueron a sentarse a mi lado tres paisanos, ya mayores, en animada tertulia. Eran de Pucela , gente guasona y socarrona, que se recreaban en la anećdota con un barroquismo admirable.
Contaron de un secretario de ayuntamiento ya jubilado que al parecer tenía fama de redicho, cursi y repipi.
“ El tío era un fórmula...ya sabéis, de esos que dicen cosas como otrosí, el infraescrito, in continenti, comme il faut, y esas gilipolleces”.
El “fórmulas” tuvo un grave problema en el pueblo por causa de una pedrisca y una granizada que destrozó las cosechas.
Se decidió pedir ayuda a la diputación, y a él le tocó redactar la carta.
Escuchar la anécdota era una gozada...” Y va el tío y se pone a escribir “ cuando los labradores de esta villa sonreían gozosos ante las perspectiva de una cosecha pródiga y abundante, Dios nuestro Señor permitió que la aciaga tarde del 21 de agosto descargase una tronada de granizo, tan terrible y maléfica, que en cuestión de minutos destrozó la cosechas y frutos del término, sumiendo a este humilde y laborioso vecindario en la más espantosa desolación...”
Nos tenía a todos escuchando, admirados por la verborrea de aquel hombre (supongo que la historia la habría contado miles de veces).
“Y va el tío- continuaba el narrador- pone punto y aparte y se casca la siguiente frase “ el susodicho Dios y la referida tormenta han creado una situación tan problemática que nos vemos precisados a recurrir a V.E”.
Y comentaba entre el alborozo del personal...”¡¡¡todavía se están descojonando del tío en la diputación. Y me han dicho que se guarda la carta y todo.”
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