sábado, 4 de enero de 2020

LO MÁS ELEGANTE ES LA DERROTA.

Nunca olvidaré aquella mañana. 

No recuerdo el nombre de aquel chaval. Yo era becario en Viaró, apenas 21 años. Allí sustituía algún profesor, cuidaba en los patios, vigilaba el comedor, o atendía el servicio del autobús.

Una mañana estaba en clase , tercero de primaria de hoy. Probablemente sustituyendo. Disfrutaba de esas horas porque fundamentalmente me dedicaba a hacer payasadas, cantar con la guitarra, o vete a saber qué extraña situación para distraer a los críos.

El más crío, sin duda, era yo.

Esa mañana, un chaval se levantó de su mesa, se acercó a la pizarra, la tocó, y regresó a su pupitre. 

Lo miré divertido y dije " míralo, qué majo, te levantas cuando quieres, y haces lo que te da la gana. Muy bien, hombre, muy bien".

Todos rieron.

Poco después, el mismo chaval,  vuelve a hacer lo mismo. Se acerca a la pizarra, la toca, y regresa a su sitio. Estaba nervioso. Su sonrisa era errática. Parecía muy nervioso al sentarse, mirando a izquierda y derecha. La clase volvió a  estallar en carcajadas.

Pero me pareció que ese niño no era una gracia lo que estaba haciendo.

Todo siguió su rumbo habitual. Un dictado.

No pasarían más de tres minutos y se repite la misma escena de ida y vuelta a tocar la pizarr. El barullo que se organizó fue de aúpa. Y el pobre chico , frotándose las manos, miraba como extraviado a derecha e izquierda.

Yo no sabía qué hacer. 

No tardó en volver a repetir el mismo ciclo. Algo iba mal dentro de ese niño de mirada perdida.  Todos reían de un modo cruel, sin adivinar que ese hombre era presa de algo que a él mismo se le escapaba.

Lo llamé a que se acercase a mi mesa.

- ¿ Estás bien?

- Es que no sé qué me pasa - dijo.

Lo llevé al despacho de profesores para que  se relajara. Llamé a su tutor.

Y nunca más volvió al colegio. Sin embargo, no lo he olvidado. Pero pienso que  después de la destrucción a la que el tiempo o la soledad le hayan sometido aquel chavalín , también los pájaros azules volarán hasta los resquicios inaccesibles de su alma con alas llenas de simiente de flores, las cuales nacerán sobre el humus que haya creado su dolor, y entonces volverá un día de gloria y melancolía para él. 




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