Fue en 1976. Por aquellos años en la iglesia había gestos de la liturgia que no estaban bien vistos, uno de ellos era el dar la paz en Misa. Se le veía un matiz protestante.
En no pocas misas se saltaba esa línea del Misal y se pasaba directamente al Agnus Dei.
Es el caso que nos ocupa, del que fui testigo, era una Misa concelebrada con varios sacerdotes que asistían con fieles de distintas diócesis a honrar a Nuestra Señora de Torreciudad. El santuario estaba abarrotado de peña. Llegó el momento de la Paz y el párroco todo solemne mira a los fieles, abre los brazos en señal de acoger al templo todo y dice enfático “DAOS FRATERNALMENTE LA PAZ”.
En estas estábamos, dispuestos a sacudirla con la fila entera, cuando se oye una voz gravísima, profunda y potente que dice “¡¡¡NI PAZ, NI POLLAS!!!”.
Parecía una Teofanía, como si el mismo Dios desde el Óculo Eucarístico del Santuario la hubiese pronunciado. Hasta tal punto que yo mismo, que estaba dispuesto gentilmente a dar la mano al de mi izquierda, di un respingo pensando “joé, a ver si palmo por esto”. Nos quedamos todos, y todas, quietos, indecisos, atemorizados.
Y es que el párroco llevaba un micrófono a modo de pinganillo en la casulla y al ir a abrazar a Don M. S –sacerdote de voz grave y pelín intransigente– y decirle “paz contigo”, el otro le soltó la frase, nada litúrgica por otro lado, que dejó traspuestos al presbiterado y a los fieles.
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