Entonces era un infeliz que se le ocurrían formas muy raras de llamar la atención. Más o menos como ahora. Estaba enamorado de una chica morena de ojos azules, pero la cosa salió mal y se fue con un pijo que esquiaba en Jaca.
Fueron años maravillosos, de luz y frescura. De sueños que imaginaba con una viveza que me hacían llorar.
Me entregué a Dios sin pensármelo dos veces. Y me puse en mi particular tarea de encontrar la isla del Tesoro . Pero el plano de ese paraíso resultó ser falso
En Barcelona uno quería vivir su película y , en fin , ¡ un desastre! . Terminé arrastrado por los caballos desbocados de la doble vida, de la culpa, el desvarío, y una sexualidad porcina y sucia.
Toda mi iniciación afectiva fue torpe y como de abrevadero . Supe a qué saben los besos y abrazos turbios . Mi vida fue un inventario de miedo, de duda , de cuentas pendientes y asuntos de los que mejor no hablar.
Y cuando las cartas vienen mal dadas, entonces, componía canciones tontas y desfasadas que hablaban de apostar por chicas de ojos de color amarronado que eran guapas pero cortitas y que uno estaba dispuesto a repetir curso por seguir a su lado.
También soñaba con enamorar madres de alumnos , de esas que hasta los perros y los gatos se daban la vuelta para verla, para vengarme de tanta morena de ojos azules que se iba con pijos que habían hecho el IESE y esquiaban en Baqueira.
Y a veces esa morena te guiña el ojo , cuando el pijo del IESE está comiendo una croqueta y no vigila y, claro, luego pasa lo que
pasa . Y hay película.
Fueron años maravillosos, de luz y frescura. De sueños que imaginaba con una viveza que me hacían llorar.
Me entregué a Dios sin pensármelo dos veces. Y me puse en mi particular tarea de encontrar la isla del Tesoro . Pero el plano de ese paraíso resultó ser falso
En Barcelona uno quería vivir su película y , en fin , ¡ un desastre! . Terminé arrastrado por los caballos desbocados de la doble vida, de la culpa, el desvarío, y una sexualidad porcina y sucia.
Toda mi iniciación afectiva fue torpe y como de abrevadero . Supe a qué saben los besos y abrazos turbios . Mi vida fue un inventario de miedo, de duda , de cuentas pendientes y asuntos de los que mejor no hablar.
Y cuando las cartas vienen mal dadas, entonces, componía canciones tontas y desfasadas que hablaban de apostar por chicas de ojos de color amarronado que eran guapas pero cortitas y que uno estaba dispuesto a repetir curso por seguir a su lado.
También soñaba con enamorar madres de alumnos , de esas que hasta los perros y los gatos se daban la vuelta para verla, para vengarme de tanta morena de ojos azules que se iba con pijos que habían hecho el IESE y esquiaban en Baqueira.
Y a veces esa morena te guiña el ojo , cuando el pijo del IESE está comiendo una croqueta y no vigila y, claro, luego pasa lo que
pasa . Y hay película.
Y pasa el tiempo y vuelves a encontrarte, y ella tiene 75 años, y tú 62 y recuerdas. Ella que entonces era piel, azul, calor, risas, piernas, labios, culo, abrazos, canciones, locura, y paisaje.
Y fuera nada. Allá, más allá, no había nada .
Y hoy nos miramos como sin reconocernos. Sin atrevernos a decir qué pensamos uno del otro .. " ¡ joder, ¿ qué pasó,".
Y fuera nada. Allá, más allá, no había nada .
Y hoy nos miramos como sin reconocernos. Sin atrevernos a decir qué pensamos uno del otro .. " ¡ joder, ¿ qué pasó,".
¡ Pobre monaguillo !, ¡ vaya vida te esperaba por no tascar el bocado a ese caballo!
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