En Cataluña a los sacerdotes se les llama Mosén; o sea, que no se dice Don Juan, o Padre Juan, o Father Juan, o Labé Juan: se dice Mosén Juan. Y si es molt important, o molt horinable, se le denomina Doctor. Cuando es así, que se le llama Doctor, se usa el apellido, nunca el nombre. Por ejemplo, Doctor Dallómesbó. Lo de Doctor es de nivel. Marca estilo. Pisas moqueta.
En un centro vivía uno de esos doctores. Mayor de edad, hombre de alta cuna y sordo. Muy sordo. Habitualmente llevaba un sonotone que le pitaba en los momentos más inoportunos: en medio de una meditación, dando la Comunión, en la Bendición con el Santísimo, o en lo más apasionante de una película de miedo. “¡¡¡ Píííííí!!!”, sonaba, y el hombre, nada, ni se enteraba, y el que estaba a su lado –había auténticas peleas para no estar a su vera– debía de darle un golpecito y señalarse la oreja como diciendo “EL MARTILLO, QUE LE CANTA EL MARTILLO”.
Un día estábamos viendo “La Jungla de cristal II”. En una de las escenas Bruce Willis, el poli protagonista del flim, se gira y le dice a uno que le pide acompañarle “ ¡vete a tomal pol culo!”. Nos reímos todos. El doctor, a mi izquierda, oyó las risas, pero no la frase que tanta gracia había hecho y girándose me pregunta.
- ¿ Qué ha dicho el poli?
Le contestó mientras sigo pendiente de la pantalla.
- Vete a tomal pol culo.
Y el buen hombre, de rancio abolengo, doctor, mayor de la opus, viendo atacada su dignidad, se levanta, la calvorota toda roja, se me planta delante y me grita.
- ¡Un poco de respeto, ¿eh?, un poco de respeto!. A ver si uno no va a poder preguntar. ¡Pues bonita caridad que vivimos!.
Y se larga dando un portazo.
Todos se me quedaron mirando y juzgándome culpable.. Salgo rápido a por él.
- Oiga, que lo de vete a tomal pol culo lo ha dicho el de la peli, que por eso nos ha hecho gracia, que es lo que usted preguntaba. Que yo a usted no le mando a tomal pol culo.
Pero ya era tarde para arreglar nada. Otro portazo, el de su habitación, fue la contestación a mis explicaciones.
Una tarde de excursión llamamos al centro porque no íbamos a poder llegar a cenar. Se puso el Doctor al teléfono.
- Oiga, que estamos en Pons y no vamos a poder…
- No, aquí no hay ningún Mosén Pons –contesta todo solícito, confundiendo “estamos en Pons” con “está Mosén Pons”.
- Que no…¡¡¡QUE ESTAMOS EN PONS Y QUE NO…
- ¡¡¡Que le digo que aquí no hay ningún Mosén Ponssss!!!
- ¡¡¡JODEEEEEERRRR; QUE YA SABEMOS QUE NO HAY NINGÚN MOSÉN PONS, COOOOOÑOOO, QUE ESTAMOS EN PONS Y QUE NO VAMOS A…
Y colgó el doctor .
El que hacía cabeza en la excursión me dice “déjame a mí”. Vuelve a llamar.
- ¿Doctor ?.-pregunta con voz de Ángelus de la Cope
- ¿Sííííí?.
- Mire, que estamos en Pons y…
- ¡¡¡QUE LE DIGO QUE AQUÍ NO HAY NINGÚN MOSÉN POOOOOONNNNSSSSS!!!, ¡¡¡QUE NO VIVE AQUÍ NADIE QUE SE LLAME POOOOOOOONNNNSSSSS!!!.
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