Escucho una tertulia en una terraza del Balneario de Cuntis . Hablan de robos en hoteles.
Al parecer en uno de los hoteles de la zona han pillado a un cliente intentando llevarse un limpiazapatos automático. ¡Alucinante!.
Cuenta un empleado del Balneario que un cliente pidió razón de por qué le habían cobrado un sobrecargo de más en la cuenta .
- Son los albornoces.
- Disculpe. Se han equivocado- contestó- y lo van a comprobar ahora mismo.
Abre la maleta y, efectivamente, allí están perfectamente doblados los dos albornoces blancos, impolutos.
El marido se dirigió a su mujer y antes de que pudieran denunciarlo le metió un soplamocos que la señora vio al Apostol Santiago vestido de primera comunión
Contaban también de un cliente que cenaba con su perro vestido con un albornoz . El perro sí, habéis leído bien.
Uno de los tertulianos habló de su padre. Al parecer trabajó años en el Palacio del Pardo , con Franco. Contaba como admiraba al general. La serenidad con la que alguna vez le vio firmar sentencias de muerte a la hora del desayuno mojando la pluma en el tintero al mismo tiempo que introducía con la otra mano el picatoste en la taza de chocolate.
De todas las anécdotas que escuché esta es la que más me impresionó.
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