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viernes, 10 de enero de 2020

A TERUEL A COMER CHORIZOS

Como me lo contó, lo cuento. 

El hombre llevaba mucho tiempo ingresado.

Empeoró de una manera repentina y hubo 
que ingresarlo en Cuidados Intensivos. 

Nadie daba ninguna esperanza. Estaba inconsciente, vegetal, sobrevivía entubado artificialmente.

Una enfermera que le quería bien de su larga temporada en otra planta, fue a visitarle. 

Le coge la mano y le dice:

—Hola, soy... venía a consultarte porque la Dolores, tu mujer, me ha comentado que va a romper la hucha para comprarte un regalo... 

Y ve que el aparatito que tenía allá iba subiendo y bajando, nota que se ponía nervioso, y aquello empezó a emitir pitidos, como que estaba despertando. Las enfermeras no daban crédito a lo que veían porque acababa de estar su familia y no había hecho nada.

Les contó lo que estaba haciendo y le comentó al paciente: 

—Mira, si te pongo nervioso, me lo dices y yo me voy y vuelvo mañana. 

El aparato quieto. Las enfermeras pidieron que siguiera hablando. 

—¿Qué le digo a la Dolores?, ¿que rompa la hucha o esperamos a que salgas? 


Se tuvo que marchar, porque pensaba que el aparato se rompía. Y en cuanto salió, dejó de pitar. 

Informaron al doctor que el paciente oía perfectamente y de que dependiendo de la persona que hubiera, le estimulaba o no le estimulaba. El médico dijo que en el estado en que estaba lo veía difícil


Nuestra amiga le contó a Dolores el episodio. Y ella coincidió en que cuando entraba, también oscilaba el aparato, pero no le pitaba. El hijo les comentó que estaban locas, que su padre no veía, ni sentía ni oía, porque era un vegetal. 

Al día siguiente el doctor pidió que volviera a repetir lo que había hecho para comprobar si oía o no.

—Cuando salgas, podemos irnos un día de viaje por ahí con la Dolores, a Teruel, donde tenéis la casita... y me enseñas tu pueblo, y nos zampamos esos chorizos que dices son tan ricos. 

El aparato empezó a pitar de nuevo y el doctor dijo que era porque se estaba riendo en su cabeza y el corazón se le aceleraba. El médico predijo que siendo así, estaba salvado.

Y vivo está. Habría vuelto a la vida igual, pero quizás hubieran tardado más en darse cuenta de que lo sentía todo. 

La diferencia es abismal entre saber que alguien está oyendo y no saberlo. Por esa razón, ni siquiera delante de un muerto entres lamentándote, llorando, diciendo algo de lo consumido que está, o que si fue así, o asá... lo mejor ante la duda es hablarles del futuro, de cosas bonitas que podrán hacer cuando se recuperen, darles ánimos, mostrarse optimista con respecto a su recuperación, acariciarles, besarles...

Aunque me da a mi que el truco estaba en la enfermera: es de las que enamoran a un agonizante, y resucita un muerto. 

¡Yo también me iría a Teruel con ella a comer chorizo


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