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jueves, 30 de enero de 2020

MANUÉ , HIPNOTIZADO.

Esto sucedió en  una  convivencia  en  el Poblado, y  tal  y como  pasó, lo cuento.

Del  mismo  modo que  Obelix  no podía tomar la pócima porque de pequeño se cayó en  una  marmita  y va sobrado de  fuerzas, hay gente  que  se  cayeron en su  infancia  en la marmita del  brebaje de las  Santas Emociones   y que  no es bueno  darles   pozales  de  chutes   santos,  cazos  de  emociones  burbujeantes , ni siquiera un dedo de “motivacional compositum- E- Plus”.

Uno de estos  que hablo, de los que   ya vienen chutados de cuna , tenía un don: le podías partir la cara  literalmente que el hombre  no pestañeaba.  Lo sentabas  en una silla, te ponías delante de él, te arremangabas  la manga de la camisa, y le dabas una  media volea   a mano abierta   que se  oía  como el aplauso de un gigante...se  alborotaban  las aves  en su sueño a  oír el estampido , y el tío  se  quedaba inmóvil, como una estatua, mirándote a los ojos, serio, vidrioso, disecado.

Era algo  de admirar. Se llamaba   Manué.

Siempre hay mala gente  que le saca rendimiento  a  un don  de ese  tipo. Y apareció en forma de subdirector de una convivencia donde  asistía  nuestro hombre.

No se  le ocurrió   mejor idea  que proponerle  un juego  cara  al típico show  de  fin de convivencia:

- Yo me visto de   mago, pido un voluntario  para  hipnotizar. Tú te presentas. Hago  como te duermo. Y te meto  un tortazo y tú, nada,   dormido …¿qué te parece?

- ¡Hombreeee!

- Joé, que es    que hay que sacar esto  adelante. ¡Venga  hombre!

- ¡Si  es  por  sacar  esto  adelante,  venga, hala!

- ¡Sí señor, que sin eso ni Teresa  sería santa Teresa, ni  Cisneros, el Cardenal Cisneros…

- ¿Cisneros…?

- Nada, cosas  mías.

Y llegó el show.

El  mago    Níven  apareció  con su disfraz, su chistera , sus  guantes blancos . Pidió un voluntario para hipnotizar , y levanta  la mano  Manué.

Níven  elevó las  yemas  de  sus  pulgares  hacia las sienes de  Manué., y frotando  suavemente  con ellas  ordenó que  le mirará  fijamente, que  se concentrara, que  se  olvidara  que existía ,  que  no  pensara  en  nada, sólo en  el  aire  que  sonaba  en ese  momento entrar  por las  ventanas.

Mirábamos  los ojos de Níven  , y  de ellos salían reflejos de fuego  bajo las cejas  embadurnadas de  betún.

- Duérmeteeee…duermeteeee…le susurraba.

El cuerpo de  Manué   a  simple   vista iba  aflojando  la carne, se ablandaban los  músculos de la boca, las mejillas  se relajaban. Manué  cerró  los  parpados.

- Duermete…duermeteeee…

Y  en ese  momento  se gira Níven  y  dice  al respetable.

- Manué  está ahora  muyyyy  lejos, y  no se entera de   nada…y para  que  lo veáis, a ver…¡un voluntario!

- ¡Yo, yo, yo!- un bosque de manos  pedían  cita  para ir al  escenario.

- ¡Tú!, ¡sube!...

Y sube  un chaval de  diez  años .

- ¡Dale una bofetada! 

Duda  el candidato.

- ¡Que les des  una bofetada, que no se entera, ya  lo verás!

Y el chaval  le da un sopapo  guapo, y Manué, nada, como  una piedra. Dormido.

- A ver, ¿quién más?

- ¡Yo, yo, yo!

- ¡Tú, sube!


Otro  chaval , esta vez de  nueve años.

Le da un soplamocos que  estremece al auditorio, pero Manué, ni  pío. Con los ojos cerrados y cara de bendito.

¡Venga,  el último!

Y se presenta  un  morlaco de quince años, de Fraga.

- ¿Está dormido?- pregunta.

- Como un tronco.

- ¿Seguro?

- ¡Pruébalo ¡

Y  le mete un puñetazo  en  los trestículos  que  todavía hoy, ahora, mientras  escribo esta  entrada, siento los alaridos de Manué  como si  estuviese  en la habitación  conmigo.

Y  dicen que aún  se  escuchan  en las  noches de luna llena  en  los  viñedos del Somontano.

Esta  entrada  la dedico a Manué, y a todos los Manueles  que han hecho cosas  que avergonzarían a una vaca  por  mayor gloria  del reino de los Cielos.


miércoles, 29 de enero de 2020

POR QUÉ SE CASA LA GENTE.

Existe la creencia ampliamente extendida de que los hombres y las mujeres contraen matrimonio porque se aman y para hacer el amor, para tener su casa, y construir su familia. Este prejuicio sigue aún tan extendido que a la mayoría de la gente le parece que si un hombre y una mujer se aman es natural que se casen. Más aún, contraer matrimonio sin esos sentimientos se considera frecuentemente como indigno, como alienante, como una monstruosidad. 


Si esos sentimientos están presentes en uno de los contrayentes, pero no en el otro, aquel que carece de ellos y accede a contraer es mirado como un héroe, una víctima, o un imbécil; o bien como un egoísta, un estafador y un canalla. 

Si los todos los sentimientos están ausentes en los dos, entonces suele suceder que el enlace carece de emoción; se tiende a considerar desde el punto de vista de la utilidad y puede celebrar menos que un contrato laboral o de alquiler.

En nuestro medio cultural, casarse quiere decir casarse por amor, y ése es el único motivo legítimo para hacerlo. Sin embargo, desde el punto de vista de la regulación jurídica, el amor no aparece como algo particularmente relevante.

Los jueces, tanto civiles como religiosos, no suelen preguntar a los contrayentes si se aman. Preguntan si quieren contraer matrimonio, si aceptan o quieren cada uno al otro como legítimo esposo o esposa, y si la respuesta es afirmativa, el matrimonio queda efectuado.


El juez no acostumbra a indagar los motivos por los que deciden casarse. La tendencia más común es a pensar que lo hacen porque se aman, pero muy bien podrían estar siguiendo el consejo del abuelo catalán “hijo mío, todo lo que no sea casarse por dinero es puro erotismo”, y el matrimonio quedaría realizado de un modo igual y plenamente lícito y válido. 

No se pregunta si el motivo es el amor porque, aunque fuese verdad, no resultaría tan fácil probarlo.


martes, 28 de enero de 2020

UNA HISTORIA VERDADERA

Mi padre era un borracho, y un cobarde.

Le odiaba. Tenía la costumbre de darme palizas cuando algo de mi no le gustaba, y eran muchas las cosas que no le gustaban de mi. Yo creo que la peor era que me daban lo mismo sus ataques de ira. No me pegaba a mi, se pegaba a él. Sentía su mirada abotargada en alcohol perpleja viendo que disponía el culo para que pasara al ataque con sus azotes.

Una tarde le vi con los ojos vidriosos, pliegues de carne ojerosa bajo sus párpados, arrugas en la barbilla y alrededor del cuello. Tenía la  cara porcina, rosácea, como de masilla ajada.

Estaba en calzoncillos, y su vientre abultado formaba arrugas sucias con su camiseta.

Sus ojos ya no desprendían fiereza, parecían vacíos, y evitaban los míos.

Algo había ocurrido.

Mi padre se dio la vuelta y salió por la puerta.

Entonces lo supe: sería la última paliza que yo recibiría, al menos por su parte.

Pero, fíjate, Suso, años después ese hombre murió, y pasé mucho tiempo llorándole, y explicándole, a veces por escrito, cómo tenía que haberme tratado para ser conmigo un buen padre.

Al final, no sé cómo cojones sucede, quieres a tu padre.

Tal vez fue por mediación de mi madre, una mujer muy santa.

No sé...



domingo, 26 de enero de 2020

RAYOS GAMMA

Estamos donde estamos porque nos domina el miedo.

Oigo una frase en un bar , es de un hombre a su mujer “¡ mueve el culo, coño, que llegamos tarde!” Si tuviera el talento suficiente para explicar la geología de este breve diálogo, su tectónica de placas, esta entrada sería  fantástica, pero no seré capaz. ¡Ese hecho tan vulgar es tan complejo!. Es una frase que condensa la relación entre  el "poder" y el "miedo".

Los astrónomos dicen que el universo cambia si en vez de observarlo mediante el espectro de luz visible lo hacemos mediante rayos gamma. Cuando se utiliza la luz, el mundo de las constelaciones, los soles y las estrellas es apacible, muestra «la armonía de las esferas», pero si se utilizan los rayos gamma, el universo se convierte en un violento campo de energías encontradas. No hay cuerpos celestes, sino una colosal pirotecnia.

Tendemos a ver el mundo bajo el prisma de la luz simple. Pero las cosas también son de otra manera.

Fui a confesarme hace unos días. Ando jodido y creo que me irá bien un buen fregado y una puesta apunto. Llevo años sin hacerlo. Espero en un banco. Termina la misa y quedo yo sólo esperando a que acabe su confesión una anciana pecadora que lleva allí, de rodillas, quince minutos.

Me hago una pregunta, “¿qué horrores estará confesando esta abuelita durante quince minutos?”.

Me toca el turno. Observo por la rejilla que el sacerdote mira el reloj. La una y pico. La hora de comer. “Ave María, Purísima, digo (soy de la antigua escuela).

Introduzco la confesión con una breve exposición de mi situación familiar y personal. Estoy jodido, le digo. Creo que de esta manera, confesándome,me aclaro. Me encuentro solo.

A los dos minutos, no llegó, me interrumpe...

Todos los psicólogos y psiquiatras definen a gente como usted como inmaduros sexualmente, eso debe corregirlo. 

- Vale, Freud, pero yo vengo a contar pecadotes... no sé qué coño te ha contado la anciana anterior, pero creo merecer mis 15 minutos de cura.

Un minuto después me corta en seco...”disculpe, la iglesia se va a cerrar y no podemos esperar...Dios está con usted... yo te absuelvo de tus pecados, en el nombre del Padre...

¡Cojonudo, Sigmund! ...esta es la mierda que tenemos. 

No buscaba un funcionario , tipos que viven en la luz apacible de lo establecido, encerrados en una urna. Buscaba gente que está dispuesta a observar a través de los rayos gamma a tíos como yo, colosales pirotecnias interiores de energías que tiran en distintas direcciones.

Sigo creyendo en lo que creo...pero ya creo en muy pocas cosas, y en poquísimas personas. 


viernes, 24 de enero de 2020

LA PRIMERA DESPEDIDA

A mi madre le gusta contar como de bien niño, en una cafetería de Zaragoza que  llamaban El Imperia, tomando chocolate con churros, entró una señora, al parecer despampanante, y yo mirándola con ojos de boquerón grité “¡¡¡halaaaaaa!!!", y di un silbido. Y mi madre me dio un soplamocos y pensó “ buena me ha caído con éste”.

Una tarde, en una soporífera clase en los jesuitas, estaba pensando en algo que tendría que ver con las mujeres y mira tú por donde noto que un miembro hasta entonces desconocido para mi, tan desconocido como, por ejemplo,el codo, o las pestañas (había convivido con ellos sin problema alguno) se pone duro.

Sí, amig@s , algo se puso de una consistencia terca y sorpresivamente empinada.

Y eso nunca antes se me había puesto así, tan chulito , tan crecido, y tan don Pim Pom. Maldita sea, once, doce años, y un susto de muerte. Es lo que tiene la primera vez, me asusté y pensé que aquello iba a reventar la bragueta y que se ponía como una manguera a zigzaguear a diestro y siniestro, a porrazos con los compañeros y bamboleándose por la pizarra sin control.

Esa tarde la vida dejó de ser sencilla para mi. Mi barco comenzó a zarpar y dejaba atrás un puerto que nunca más volvería a pisar: la infancia. A proa un mar abierto, infinito, misterioso, incierto. Un cielo azul. La calderas a tope, a punto de estallar, al rojo vivo

Y la popa  ve alejarse una playa que nunca más pisarás, sin nadie que te despida, sin nadie de quien despedirse, salvo uno mismo...y los recuerdos de esos años de inocencia, cuando uno era bueno y era muy feliz .



miércoles, 22 de enero de 2020

DE CUNA

Los jueves voy en autobús a Santiago. Comienzo en la parada de Caldas de Reis. Ya nos conocemos todos. Alejandro es un discapacitado que sube conmigo. Baja en la estación de Renfe y allí recorre un trecho hasta el colegio  donde estudia.

Yo sigo hasta el hospital. Allí  soy voluntario de la asociación de ayuda contra el cáncer.

Realizó siempre el mismo trayecto para ir allí . Nos subimos siempre los mismos en las diferentes paradas. Muchas de esas personas  ya no esperan  nada de la vida. Yo tampoco gran cosa. Pero ayer descubrí un nuevo tesoro. 

Clareando el día tomé el autobús al borde de la carretera que va a Santiago. Atravesamos  una vaguada con aldeas diseminadas , el puente de la autovía y otros bloques de viviendas levantados en medio de pueblines  hasta alcanzar Pontecesures y Padrón.. Después de una hora de viaje me apeé cerca del hospital, y allí entré en una cafetería a desayunar. 

Una mujer joven, elegante, de una belleza diferente y distinta, estaba a mi lado.  Leía absorta el periódico. En una servilleta del bar escribí " eres muy guapa, gracias por existir".

- Pago la consumición  de la señora- dije al camarero.

Y me fui.

Al llegar  fui reflejando mi rostro en la mirada de los seres enfermos que esperaban en Oncología.  Todos le devolvían su propia imagen de soledad, de angustia, de incertidumbre. 

Me puse la bata blanca de voluntario, preparé  las infusiones, los cafés, las pastas, en el carro " don Amable" que llevamos para servir a los distintas plantas a los enfermos .

Luego recorrimos todas las plantas. 

Al llegar a la sala de quimio le encontré. Tomando en vena su medicación.

- ¿ Tú no estabas en una cafetería aquí al lado esta mañana?

- Gracias por la invitación. Aunque no tomé nada. Y también por la servilleta.

- Perdona. Soy gilipollas. Es de cuna.

- No. Estuvo bien.

martes, 21 de enero de 2020

LA COCHABANZA DE LOS PETULANTES.


Me contó alguien que estaba allí de la enorme preocupación, los desvelos , las angustias que José Bono tenía para que se le otorgara un distintivo que anhelaba más que nada en el mundo: una banda azul de no sé qué orden que le daba en el protocolo oficial un puesto de honor en el currículum de los pavos reales del mundo. 

Se le concedió.

¡Es la vanidad ! 

Nos sirve de paradigma éste bufón.

¿A cuántas familias, a cuántos individuos arruinó la fatuidad de la codicia de títulos,condecoraciones y ceremonias? . Buscando un doctorado honoris causa, un marquesado, un puesto en la Real Academia de no sé qué, un homenaje, un ser invitado a un club selecto a impartir una conferencia, un puesto en el palco de la Ópera, o en el Barça o Real Madrid... 

¿Cuántos nobles o nuevos ricos hipotecaron sus propiedades y arruinaron el futuro de sus familias por gozar del favor del soberano, del político, de la Banca? ¿Cuánto ingenio, esfuerzo y dinero se invirtió en la tarea de alcanzar ésta o aquella distinción, incluso a costa de abandonar tu familia por una señora de mejor ver que complemente tu estupidez.?

¡Cuantos gastos en cochazos que digan de tu posición! ¿Cuánto dinero fue a parar a las cuentas corrientes de los genealogistas, y chantajear voluntades para demostrar que tal o cual familia descendía del Marqués de Chorrapelá. 

¡Cuánta pasta en papeleo, en comprar voluntades, en aparentar, en inclinar servil la cerviz!

¡Cuánta memez, cuánta sandez, cuánta bobada y ridiculez para nada! 

Es la cochabanza de los petulantes.



domingo, 19 de enero de 2020

COMO UNA SEÑORA.


La señora vivía en un piso estupendo en el paseo de Zorrilla. Tenía 80 años, y de vez en cuando le asistía una cuidadora. Tenía dos hijos en Valladolid. Dos  miserables.

A los ochenta y tantos, decidió vender su piso al banco para que éste le fuese pagando el geriátrico, pensando que con lo que le dieran tendría de sobra para vivir hasta el fin de sus días en una buena residencia.

Sus hijos amenazaron con no visitarla porque les dejaba sin herencia...”mamá, si ingresas en una residencia no te miraremos más a la cara y morirás sola. No volverás a ver a tus nietos”.

Y cumplieron su amenaza.

Cuando subí alguna vez a su habitación, por muy “entorno de familia” que tuviera la residencia, los cuidados eran lamentables. Olía a pis, los yayos estaban abandonados, algunos cara a la pared durante horas, erráticos...a pesar del lujo de habitaciones y pasillos luminosos....o ves una enfermera llevando , arrastrando mejor, un montón de abuelos por turnos de tres, las que son auxiliares, que bastantes son cuidadoras externas que no saben nada.

A mi ese mundo me dolía. Todo ese egoísmo, a veces fomentado por los propios ancianos- había biografías muy desgraciadas-, me deprimía.

La señora se murió, efectivamente, sola. La encontraron sentadita en el sofá, se fue resbalando suavemente, como durmiéndose, y en ese movimiento el vestido se le iba subiendo, y se quedó con la mano pudorosa intentando bajárselo para que no se le viera nada.

Murió como una señora.

La auxiliar me lo contaba llorando a moco tendido:

He avisado a los hijos para que acudieran y, se lo juro, cuando entraron ni miraron a su madre, se fueron directamente hacia la habitación para buscar las libretas de ahorro en la mesita de noche, los dos hijos con las dos nueras como locos.

Y , entonces, la gente me asquea.


sábado, 18 de enero de 2020

ADN

Sabemos que el ser humano tiene poco más de 30.000 genes, pocos más que el chimpancé (cosa que algunos intuían), y el doble que la mosca del vinagre (eso no lo intuía ni Tarzán). Sabemos que posee 50 trillones de células y, dicen, que si todo el ADN se pusiera en fila haría 60 veces el trayecto entre la Tierra y el Sol. Casi nada.

También nos aseguran que el ADN es el archivo en el que se almacenan cuatro letras químicas esenciales con instrucciones precisas para la vida. Pero todo esto no es la verdad, al menos toda la verdad, ni siquiera la verdad más relevante. Somos algo más que todo ese mapa: somos libres y responsables. 

Nada está escrito de antemano por mucho que así lo profetice de cada uno cuando condena a la desgracia terrena, y quizá la eterna - a quien busca otros caminos honradamente y de buen corazón. 

Cuando determina a priori las acciones  según el código de un ADN muy particular, el suyo, que lleva inscritas las instrucciones precisas para ser feliz en esta vida y, después, en la vida eterna… ¡Ay, pero como rompas esa cadena de letras!: no vales ni un duro, ni dos pesetas. No vales nada.

¿Qué “letra” me saltó en la cadena del ADN para impulsarme a buscar una vida donde yo pudiera ser, quizás, mejor persona, mejor Suso  que la pedazo de cosa que estaba hecho?. ¿Qué letra saltó de esa cadena cuando me precipitó a un mundo sin garantías, sin nada más que pensar que las cosas “saldrán porque Dios viene conmigo”? ¿Fue la A (adenina), la G (guanina), la T (timina) o la C (citosina)? ¿O fue la I (ingenuo), o la C (caradura), o la T (traidor)?… ¿pudo ser la A (amor), o la S (sinceridad), o la C (confianza en Dios), o la M de Manuela , unas letras que los científicos más avisados, los listillos, y todos aquellos que creen que las cosas son como ellos las predican, no “ven” en el ADN, pero que ellas solas pueden revolucionar los 50 trillones de células que integran el ser humano. Una sola de esas letras, la A, hacen saltar por los aires todos los planteamientos más falsos, todos los intereses espúreos, todas las mentiras, todas las comodidades, todas las profecías agoreras y todas las tristezas.

Esas letras han hecho posible las mayores locuras de este mundo. Y por eso hoy, ahora, en algún lugar de este mundo alguien está quemando las naves.




jueves, 16 de enero de 2020

ESOTERISMO

La gilipollez es el es el arma más destructiva que tenemos los hombres, su más devastadora pandemia, su lujo más costoso. 

Leo en la prensa que un ser humano pagó, el muy , a una vidente , un pastón por unos servicios de esoterismo. La madame se decía “consejera espiritual y asesora personal-coatching para directivos”. 

¿Es tonto este tío?.No, contesto. ¿Es gilipollas?, afirmativo. 

No es el único.

Sabemos que Mario Conde ha sido usuario de esta gente, aunque por asuntos de poder y dinero. O de Jordi Pujol, obsesionado por otra adivinadora, más de casa seva, dallá dalt de la muntanya. Hitler era asiduo a ese tipo de experiencias. Churchill fue adoctrinado por el satanista Alistair Crowley, mucho miedo ese tío. Julio Iglesias, Isabel Gemio, han coqueteado con la brujería. 

En Valladolid conocí dos madres que acudían con fervor devoto a la consulta de una consejera espiritual en Madrid. Era una mujer de rasgos exóticos, mirada asiática y piel aceitunada, que tan pronto invocaba los muertos, como te cascaba un exorcismo guapo.

Siempre ha sucedido que el hombre busque atajos en busca de la felicidad poniéndose en contacto con fuerzas del más allá, ¿pero hoy, en el siglo de la Ciencia?. ¿Qué sentido tiene ver la prosperidad y el prestigio que tienen el astrólogo y el médium, y el adivinador de la fortuna?. Y cuando uno ve esas actividades en las columnas de los diarios, en algunas mesas de pubs, en la televisión y las radios, podemos sonreír y pensar que vaya gente más rara... 

Pero toda esa superstición de incapaces asentados en el desvarío relacionada con la inútil búsqueda de medios que permitan al hombre alcanzar el misterio de su propio futuro, y manipularlo con sus minúsculas preocupaciones, todo eso unido con los movimientos de las estrellas,¡joder, me parece increíble!

Toda este extraño mejunje de pseudo ciencia y charlatanería ha provocado, y provoca, mucha tragedia y desastres personales y familiares por culpa de la mala cabeza del bobo, del débil mental, del que chochea, del ximplet, o del badulaque de cada familia, que los hay...


martes, 14 de enero de 2020

NUNCA MÁS SERVIR A PELIRROJA QUE SE VAYA A MORIR

Una mañana en Roma estábamos en una pequeña Iglesia cercana a San Juan de Letrán. Allí se venera la columna donde flagelaron a Nuestro Señor. Es una Iglesia pequeña. La capilla de la columna estaba a la izquierda  y delante, en unos bancos, nos arrodillamos todos a rezar el Rosario. Deberíamos estar en el tercer misterio de dolor cuando se oye el chirriar de la puerta de entrada y vemos entrar dos chicas de unos veinte años.

El que dirigía el Rosario tartamudeó al verlas. No era para menos. Las dos eran de la UNIV, llevaban el distintivo del congreso, y una de ellas, todo sea dicho, la mujer más guapa que ninguno de los que allí estábamos habíamos visto jamás en nuestra vida, y mil vidas que tuviéramos. Una margarita preciosísima. No es extraño, pues, que tartamudeará el fiel. Era para enmudecer y quedarse absorto.

Mientras entraban en el templo la puerta quedó entreabierta y vimos como un perro y un gato que pasaban por la calle se giraban a verlas. Con eso lo digo todo.

Una de ellas era pelirroja, con melena que parecía una cascada de fuegos artificiales. Sus ojos eran como cuando en una joyería te muestran diamantes sobre terciopelo negro. Fascinantes. Alta, estilizada como un junco, andaba así como de puntillas, muy pijina. Pantalón vaquero, blusa blanca, jersey anudado en las caderas. Más que andar la chica le hacía la raya a las baldosas  del templo... 

Las niñas se hicieron las tontas, como si allí no estuviéramos cien Petronios de la UNIV, tartamudeando avemarías, carraspeando, con tics en un ojo y cosas así. Lo que estaba claro es que las dos habían quedado con dos de nuestra convivencia para comer por Roma (además ellas a esa hora tenían tertulia con el Perlado). Le delataban a la pelirroja los ojos de Scarlette O`Hara buscando entre los bancos a Gable y que parecían gritar "¿dónde estás cervatillo mío, donde te hallas?".

Como que no les va el asunto con nosotros se dirigen a un San Antonio con cientos de velas encendidas que estaba al lado del banco donde dos más y yo rezábamos atropelladamente, las teníamos a escasos dos metros, aunque con piedad. Sudábamos. Sudábamos mucho y las bolas del Rosario resbalaban que no veas.

Yo, aunque piadoso, no pude menos que esconder la cabeza entre mis manos y mirar por la ranura de mis dedos el culo de la Roya. Soy muy débil.

Las niñas cogen una caja de cerillas, miran a San Antonio un ratito en silencio, y la pelirroja hace un gesto muy coqueto con la melena meciéndola de izquierda a derecha , y en esto, se oye un ¡¡¡FRIUUUUUUUSSHH!!! Y vemos que la magnífica crin de la chica comienza a arder como una antorcha. Las niñas, al ver la pira, pegaron un grito Chuki total. Los cien dimos un respingo del treinta y tres. Fue visto y no visto. Algo espectacular.

El cabello, al mecerlo de izquierda a derecha, contactó con una vela y prendió. La laca y la colonia hicieron el resto.

Y entonces yo, ¡¡¡sííí, yo mismo!!!, me abalancé sobre ella como un campeón. Olía a socarrado la chavala que no veas- y le metí un sarta de mangazos en la cabeza con mi jersey que le puse mirando a las Catacombe. Después oculté su cabeza, su chupachups habría que decir, en el jersey para que no se avergonzara de su nueva condición de calvorota , y la acompañé a la calle.

Al descubrir el jersey me ocurrió lo mismo que a San Francisco de Borja cuando vio los despojos de la Reina: me quedé estupefacto y desengañado de la belleza del mundo. La chica parecía una hucha del Domund, sólo que en vez de ranura tenía un matojín de pelo en el occipital y otro en el parietal. 

Y sí, también me hice mi particular consideración espiritual: nunca más servir a pelirroja que se vaya a socarrar.


lunes, 13 de enero de 2020

UN TIPO DE MUJER

Hay un tipo de mujer que a mi me inquieta sobremanera.

Ignoro el por qué , pero siempre las asocio a la figura de Fidel, un personaje con el que conviví y consiguió sacar de mi el peor Suso que llevo dentro, ése que le gusta provocar para escandalizar al bobo, o a la boba con aires , esos de calesa y peluca empolvada.

Son mujeres que arrastran siempre esa desangelada fotogenia en la que trasciende el falso puerperio de la maternidad frustrada. Son las solteronas virtuosas, agrias y frías como un pedestal de hielo en Alaska a mayor gloria de Westinghouse.

No hay ternura en la mirada, y el rictus de sus labios necesitaría un butrón con una broca de Komatsu para poder sellar un beso. Abstraídas por el desencanto genético, pretenden conmovernos siempre con ese nefrítico gesto de dolor metafísico que lo que presagia es la taciturna laparoscópica y claustral luz de un convento de clausura.

A veces sonríen con aquella sonrisa amarga y sin aliciente, la trágica sonrisa decepcionada , triste y amargada, que parece,  como si le tirase en los labios.

No hay pecado en ellas, tampoco virtud. Se muestran ejemplares, pero no hay quién las quiera imitar.

Son las solteronas, las hay singles, o consagradas, incluso entregadas a Dios con compromiso ...las solteras son como las terneras, que tienen ternura...las solteronas son como las vacas, tienen cuernos,¡y los usan! 



sábado, 11 de enero de 2020

COSTUMBRES SEXUALES : EL CAPITALISTA EN SU INCERTIDUMBRE.

Sucedió hace dos años en X y me lo contó un profesor hace unos días. 

“Vino a la tutoría un padre para explicarme la razón de su separación. Lo contó con la sinceridad brutal de los despechados, con todo lujo de detalles...

Y fue que un día su mujer le contagió una venérea que los bichos mordían como cangrejos . La mujer quiso justificar el tema amparándose en las toallas de la piscina, o en que si fue el gato, que es muy ya sabes cómo, o aquella gaviota que se le cagó encima y ella se limpió la caca, y luego se rascó, y no sé... 

Pero no coló.

Y el hombre, fuera de sus adentros, le decía al profesor con los ojos muy salidos de sus órbitas. 

- ¡Si hasta tuve que ir al médico! 

- Normal... 

- ¿Cómo que normal? 

- ¡Hombre!, yo no he tenido esos bichos allí , pero supongo que te tendrá que mirar un médico. 

- Pero hice el más absoluto de los ridículos...¡qué bochorno! 

- ¡Hombre! los médicos han visto muchos casos igual que el tuyo como para que pases vergüenza 

El bochorno fue que , después de contarle el asunto de su mujer, le consultó si podía tener ladillas en la nuca... 

- ¿En dónde?- preguntó perplejo el doctor.

- En la nuca, aquí- contestó dándose la vuelta y enseñándole la cocotera.

- Pero, bueno, usted no está bien...¿qué tiene que ver la entrepierna con la nuca?

- Pues es muy fácil, por difícil que usted lo vea. Mire, mi esposa y yo teníamos la costumbre antes de irnos a la cama, que ella se quitaba las bragas y me las ponía yo, entonces la cogía a hombros, como cogen a los toreros los capitalistas al sacarlos triunfantes de la plaza, y empezábamos a correr hasta que estamos a tono y al final, pues eso, rematábamos la faena... 

Le dije que no me lo creía, pero él insistió en la veracidad de la anécdota...

La verdad es que, siendo de donde era el padre, pues sí, puede ser...





viernes, 10 de enero de 2020

A TERUEL A COMER CHORIZOS

Como me lo contó, lo cuento. 

El hombre llevaba mucho tiempo ingresado.

Empeoró de una manera repentina y hubo 
que ingresarlo en Cuidados Intensivos. 

Nadie daba ninguna esperanza. Estaba inconsciente, vegetal, sobrevivía entubado artificialmente.

Una enfermera que le quería bien de su larga temporada en otra planta, fue a visitarle. 

Le coge la mano y le dice:

—Hola, soy... venía a consultarte porque la Dolores, tu mujer, me ha comentado que va a romper la hucha para comprarte un regalo... 

Y ve que el aparatito que tenía allá iba subiendo y bajando, nota que se ponía nervioso, y aquello empezó a emitir pitidos, como que estaba despertando. Las enfermeras no daban crédito a lo que veían porque acababa de estar su familia y no había hecho nada.

Les contó lo que estaba haciendo y le comentó al paciente: 

—Mira, si te pongo nervioso, me lo dices y yo me voy y vuelvo mañana. 

El aparato quieto. Las enfermeras pidieron que siguiera hablando. 

—¿Qué le digo a la Dolores?, ¿que rompa la hucha o esperamos a que salgas? 


Se tuvo que marchar, porque pensaba que el aparato se rompía. Y en cuanto salió, dejó de pitar. 

Informaron al doctor que el paciente oía perfectamente y de que dependiendo de la persona que hubiera, le estimulaba o no le estimulaba. El médico dijo que en el estado en que estaba lo veía difícil


Nuestra amiga le contó a Dolores el episodio. Y ella coincidió en que cuando entraba, también oscilaba el aparato, pero no le pitaba. El hijo les comentó que estaban locas, que su padre no veía, ni sentía ni oía, porque era un vegetal. 

Al día siguiente el doctor pidió que volviera a repetir lo que había hecho para comprobar si oía o no.

—Cuando salgas, podemos irnos un día de viaje por ahí con la Dolores, a Teruel, donde tenéis la casita... y me enseñas tu pueblo, y nos zampamos esos chorizos que dices son tan ricos. 

El aparato empezó a pitar de nuevo y el doctor dijo que era porque se estaba riendo en su cabeza y el corazón se le aceleraba. El médico predijo que siendo así, estaba salvado.

Y vivo está. Habría vuelto a la vida igual, pero quizás hubieran tardado más en darse cuenta de que lo sentía todo. 

La diferencia es abismal entre saber que alguien está oyendo y no saberlo. Por esa razón, ni siquiera delante de un muerto entres lamentándote, llorando, diciendo algo de lo consumido que está, o que si fue así, o asá... lo mejor ante la duda es hablarles del futuro, de cosas bonitas que podrán hacer cuando se recuperen, darles ánimos, mostrarse optimista con respecto a su recuperación, acariciarles, besarles...

Aunque me da a mi que el truco estaba en la enfermera: es de las que enamoran a un agonizante, y resucita un muerto. 

¡Yo también me iría a Teruel con ella a comer chorizo


miércoles, 8 de enero de 2020

HIPERCROMÁTICO

Soy hipercromático. Es una tara de cuna (no es la única, pero por hoy sólo desvelaré ésta).

Eso significa que no distingo gamas de colores verdes, marrones, naranjas, y rojos. Así, por ejemplo, para mi verdes y marrones son lo mismo. Lo descubrí a los dieciséis años, en una de esas pruebas que hacían en el colegio donde te mostraban unas cartulinas con diagramas de diferentes colores, y una gama formaba un número.

Yo no veía ningún número

- ¡Mendive, coño !- decía el profe- ¡tómese en serio el test!

- ¡Que no veo nada!

- ¿Pero no ve un 6 más grande que esta mesa?

¿Cómo sobreviví en la ignorancia de semejante tara?: pues porque en mis años mozos vestía a diario lo que caía. No eran tiempos de marcas: pantalones de tela de baratillo, camisas urcas, jerseys hechos por tu abuela...y los domingos , al menos en la niñez, era mi madre la que elegía lo que había que ponerme . Yo me limitaba a escribir un cartel y colgármelo del cuello: POR FAVOR, NO SE RÍAN DE MI.: ME HA VESTIDO MI MAMÁ.

Esto del cartel lo deberían de llevar hoy más de uno que yo me sé, que visten , de arriba abajo, con los gustos de su mujer. Por ejemplo, X, que aparece con sesenta años por la oficina como un maniquí de Fórmul@ Jóven del Corte Inglés.

Después comencé a trabajar en Viaró. Algo debí sospechar cuando supe que me llamaban “el hombre de verde”. Pero pensaba “soy un petronio, los tengo alucinados”.

Un día, un tal Muliterno (¡gloria eterna a ese hombre!), me cogió por banda y me aconsejó: deberías dejarte aconsejar a la hora de vestir, lo que llevas ahora es un dislate.

Me observé.

¿Un dislate?. Pues bien chulo que voy: zapatos marrones, pantalón marrón, camisa beig, corbata parda....

- No pega el verde, con el marrón, con el naranja pálido.

- Pero si voy de juego de marrones y...

- Los calcetines son verde malaquita, los zapatos marrones, el cinturón naranja , los pantalones verde menta, la camisa marrón chocolate, la corbata de pelo de camello...no sé, tú mismo.

Y recordé la tara que me diagnosticaron hacía años.

Ahora voy a sota, caballo, y rey. Arriesgo poco: azules, grises.

Pero todavía hay días, y no uno, ni dos...¡muchos!, que Marime dice:

- ¿A dónde vas así?

- ¿Así, cómo?

- ¿Vas de camuflaje?

- No pillo.

- ¡Por Dios, esa corbata está hecha con el forro del pantalón de un COE de maniobras en Vietnam!. ¡Sólo te falta gritar “cuerpo a tierra!”.

- ¿Qué cojones le pasa a esta corbata?.

- Que es color barro, sólo barro, que no pega con una camisa color bronce Ferrero Rocher...¡¡¡por Dios, quítate eso ahora mismo!!!

Y voy yo, y me lo quito, claro.



martes, 7 de enero de 2020

VOY A HACER LOS DEBERES, PAPI.

Todo padre tiene un impulso natural que desea transmitir a sus hijos: intentar que entiendan que la música que a él le gusta es la verdadera música.

-  ¿Cómo te puede gustar esa mieeerda?, ¡quita eso, por Dios!. ¿Has oído alguna vez a Los Módulos ?, ¡eso es música!...¡escucha!

Y coloca en el coche "Todo tiene su fin" , mientras pone cara de éxtasis, y los hijos de tremenda diarrea.

Cuando yo tenía catorce años, mi padre solía sentarse en la sala de estar y escuchaba en el tocadiscos jotas navarras y aragonesas. A veces al pasar lo veía recostado en su butaca con una sonrisa beatífica.

Mi misión consistía en pasar de costadillo antes de que él me atrapara y me hiciera sentarme para darme una lección de “lo que de verdad es música”.

- ¡Ven aquí, Suso, escucha qué maravilla!, ¡es José Oto!

José Oto era un baturro que gritaba no sé que del Ebro, de volverse hiedra, o de que no me fuera de Navarra. Un coñazo.

Mi padre se quedaba con los ojos cerrados, la boca abierta, en trance, señalando con el dedo el tocadiscos, como subrayando la audición, y el cabrón de Oto dale que te pego conque si la nieve ardía, y no sé cuantas gilipolleces más.

Terminada la pieza , mi padre aseguraba entusiasmado:

- ¡Esto es música, Suso!, y no eso que escuchas de Aguanchú aguanchú...

- Es Iron Buterfly, papá.

- ¡Mariconadas!

Durante las audiciones obligatorias, aprendí a sonreír respetuosamente, movía la cabeza a ritmo de las bandurrias, como si fuese un jotero entusiasmado e implicado con el Alto Aragón. Mi padre me miraba entusiasmado, convencido de su labor proselitista.

Cuando mi actuación llegaba a su fin, le daba a mi padre una palmadita en la rodilla, le decía “¡gracias , papá: ¡impresionante!”, y excusaba mi marcha con “tengo que hacer los deberes, papá”.

No mentía: mi primer deber era salir de allí pitando.

Durante mucho tiempo le di vueltas a como no pasar delante de mi padre mientras escuchaba a las Hermanas Flamarique partiéndose la caja cantando a la Pilarica.

Pues bien, de la misma manera que a mi me repateaba la música de mi padre, a tus hijos les repatea la tuya.. Acéptalo. Ni lo intentes. No hagas el ridículo.

Es posible que leyendo la entrada te haya venido a la cabeza la imagen de tu hijo hace unos días dándote una palmadita en la rodilla , diciéndote : “gracias, papá, ¡muy bueno este tío!...voy a hacer los deberes”.

Pues ya sabes.



lunes, 6 de enero de 2020

SATUR. LA ÚLTIMA CONVERSACIÓN.

Hubo una conversación la víspera de un cruce de caminos que marcó mi vida. 

Fue en el  balcón del colegio mayor Peñafiel. Fumando. Estaba en ese momento en que al día siguiente abandonaba veintisiete años de una vida que , aunque aparenté siempre ser feliz, tal vez siempre lo fui, debía tomar otro camino si quería no romperme definitivamente y salvar mi alma.

Salió a acompañarme Satur. Me quería mucho y bien. Satur murió años después. Ese hombre intentó retenerme en aquella última conversación, sabiendo que ya no habría más conversaciones.   Estábamos apoyados en la barandilla .Y de pronto, mi buen Satur- lo escribo sin ironía- dijo algo que jamás he olvidado: « Suso, te veo a los sesenta años en un puticlub contando tu vida a una zorra. Te veo muy desgraciado".

- Yo también, Satur. También me veo así. No creas que imagino una vida feliz. No sé dónde voy, ni que será de mi...pero es lo que tengo que hacer. Si no me marcho  y me muero tendré un entierro impresionante y un funeral maravilloso en esa catedral que hay allí. Y todos pensarán que soy un santo. Y es precisamente lo que debo de hacer si quiero . Moriré solo, pero con la conciencia tranquila.

Después las profecías no se cumplieron. Apareció Manuela, que me fabricó  sin prisas un refugio. Una retaguardia. Y tuve suerte, porque aquí  estoy . 

Sin embargo, no hay refugios perfectos. Sobre todo porque nadie llega a ellos desprendiéndose de la mochila que lleva al hombro. Ni de los años dejados atrás, que ya no te abandonan nunca. «Hay lugares de los que nunca se vuelve». La verdad es que eso no deja de ser cierto. Pero también es verdad que hay lugares a los que resulta imposible volver. 

Camino estos días por la ciudad, veo luces en las calles y escaparates de comercios iluminados, observo a la gente  que se desean felicidad, a niños todavía ingenuos que se asoman fascinados al esplendor de las fiestas familiares, de la ilusión y de la vida que para ellos empieza, y contemplo en todos ellos el fantasma de las navidades pasadas, que diría Dickens. 

Miro lo que fui y ya no soy. Supongo que le pasa a cualquiera que cumpla años; no es necesario haber llegado al puticlub para eso. Pero el desarraigo que siento, la distancia emocional, quizá tenga que ver con tantas otras fechas similares inciertas o solitarias.

Fui un niño feliz. Caí en el lado bueno de la vida y, a diferencia de otros menos afortunados, tuve hermosas navidades rodeado de una familia acojonante. A menudo me veo buscando esos rostros y buscando al niño entre los pequeñajos que, con fondo de villancicos, caminan de la mano de sus padres, deslumbrados por las luces, con gorros de lana y bufandas hasta la nariz; pero entre él y yo se interponen demasiadas  dobles y sucias  vidas, demasiados pecados grises, y tantas mentiras.

Nadie puede elegir lo que recuerda. También aquel niño , hoy, vive en una casa oscura. 


LA SEGURIDAD NO EXISTE

La seguridad no existe. Ni está en la vida, ni en la Naturaleza, ni es experimentada por nadie. Esa lección la hemos aprendido, ¡ y d...