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domingo, 15 de noviembre de 2020

DON PEDRO LOMBARDÍA (I)

Pedro Lombardía fue uno de los hombres más divertidos y cultos que he conocido, de una gracia extraordinaria para lucir anécdotas, y una cultura que abarcaba todo: desde lo más sencillo, como cuando hablaba de la “Culobién” - una secretaria de la Universidad de Navarra que, afirmaba con acento cordobés, “ la verdad, vamos a dejarnos de leches, que la señora tiene un culo bien majo”... o cuando trataba de sus cosas como presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Derecho Canónico y consultor de la Comisión Pontificia. 

Estar con él era una fiesta. 

A mi me prohibieron ir de excursión con él, pues el hombre regresaba alterado y muy desfasado del día, y lo acusaba después. Porque Pedro era un señor que disfrutaba haciendo el gamberro. 

Se me agolpan las anécdotas... 

Una de las excursiones fuimos de visita a un monasterio en Gerona, nuestra señora del Mont. Comimos unos bocadillos en las afueras  , y fuimos a tomar un café a un restaurante que está en su hospedería. Era un restaurante de nivel. 

Estábamos en relajada tertulia en la terraza , cuando Lombardía lanza un reto...”¿a que no hay cohone pa sacar la guitarra y cantar en el restaurante?” 

- Hay cojones si usted pasa el platillo después para recoger la pasta- le contesté. 

- ¡Hecho! 

Lo último que yo esperaba era que un catedrático de derecho de la universidad de Navarra , y presidente de la Asociación Internacional de canonistas, cogiera ese guante. 

Así que , guitarra en ristre, sin pedir permiso al jefe de sala que estaba en la puerta, entramos cantando dos tíos, seguidos de un tal Francás , don Pedro, y alguno más...quiero pensar que un tal Ernesto Casas, y Ponseti.

Recorrimos todas las mesas con el repertorio más socorrido de la tuna...de la tuna del UNIV: reina de reinas,  clavelitos... 

El jefe de sala, viendo que la gente, sorprendida y encantada con aquel grupo, aplaudían cada canción, permitió la función. 

Llegamos a la última mesa y digo al respetable... 

- Señoras y señores, a continuación, aquí, don Pedro, catedrático de derecho canónico, y presidente de la asociación internacional de canonistas, pasará el platillo, muchas gracias, y que aproveche. 

La gente se despiporraba. Don Pedro, literalmente, estaba en su salsa. Hay que decir que iba vestido de cualquier cosa menos de catedrático. Añádase que era muy feo, de ojos saltones, cabezón, algo cheposo, toses de flemas sonoras...vamos, que ni de pastor de cabras pasaba el corte. 

Y, mientras cantábamos la última canción, el hombre coge un plato de una de las mesas, y meciéndose al ritmo de la melodía, va pasando por la sala. 

Una niña se levanta, y deposita un billete. 

Y Pedro, desecho en lágrimas de risa, nos manda callar...se hace el silencio...coge el billete del plato...lo besa...y dice al público... 

- Esto que he hecho al besar el billete es el “osculum (no entendí qué dijo)”, un beso que daban las vestales en la Roma imperial cuando en el Templo de (tampoco recuerdo el lugar) las madres depositaban su óbolo (dijo otra frase en latín)... 

Y la peña rompió a aplaudir, de cachondeo, aunque alguno debió pensar “¡joder, a lo mejor es catedrático!”. 

Recaudamos para tomar helados , cafés y chupitos, los dos coches que hicimos la excursión. 

El hombre volvió cardíaco, excitadísimo, y no paraba de decir “¡cuándo lo cuente en Navarra, cuando lo cuente en Navarra!...¡ya verás la Culobién!. 

Al día siguiente me llamaron a capítulo y me prohibieron ir con él a más excursiones. Al parecer , por la noche, estaba con la tensión disparada, y hubo que llevarlo a Urgencias. 

La entrada iba de otro tema pero...la semana que viene más.


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