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miércoles, 1 de enero de 2020

EL URÓLOGO DESCONCERTADO.

En Tarragona conocí un urólogo desconcertante. Desconcertante porque era persona pausada, de modales exquisitos, muy educado, piadoso y serio. Pero, simultáneamente , contaba unas cosas, y de un modo tan preciso y atento, que eran auténticas barbaridades dichas sin ningún tipo de broma.



Una de las frases que más me impresionaron, parecía una sentencia, fue “¡si supieras la de cosas que se mete la gente por el ano!”. Le pregunté por algún ejemplo, y me contó de un hombre que entró en Urgencias con una gabardina y al desprenderse de ella le muestra al de recepción el teléfono de la ducha metido en el culo. Desenroscado del cable, claro. 




Contaba una guardia donde ingresa un hombre con un pinzamiento testicular severo. Eso, chicas, duele, y puede ser mortal: un testículo se descuelga, se trastabilla sobre el otro testículo, y hace horquilla. Mucho fuerte dolor. Los que han padecido la experiencia dicen que ves cosas muy raras.




Nuestro médico estaba en una cena y se desplaza rápido a la sala de espera donde está en una silla de ruedas el paciente y pregunta que quién es. Le dicen que el de la silla de ruedas. Cuando llega al pasillo hay dos en silla de ruedas. Uno de sus ocupantes está inconsciente, y piensa que es él. Y comienza darle un masaje en los doings , tiene que hacerse manual el proceso, pues se trata de colocar el testículo rebelde en su sitio, descabalgarlo.




El paciente despierta, no dice nada, sólo calla y observa como un tío le masajea los pebrots.




- Oiga- le dice nuestro urólogo muy serio- usted no tiene nada.




- Nada de qué- responde.




- Que no tiene torsión testicular.




En éstas están, y asoma la cabeza el de recepción y dice...”doctor, ése no es , es el de allí”.




Lo bueno es que, además, es que el médico venía vestido de calle, sin la bata. Lo que le desconcertó más.




- Que te venga un tío de la calle a Urgencias, te masajee los güevos, y no digas nada...no sé, no sé.




Había que escucharle una anécdota de una operación de corporoplastia, que es cuando el pene está torcido para alguno de los lados o hacia arriba o hacia abajo. Hay hombres que en reposo la tienen normal pero empalmada se les tuerce y les causa un problema a la hora de la penetración, porque o haces el pino puente o ya me dirás tú.




Estos pacientes tienen que traer unas fotos del pene torcido a fin de que el cirujano, antes de intervenir, las observe detenidamente para ver hacia dónde se le tuerce y poder enderezar aquello. En quirófano luego provocan una erección inyectando una sustancia, para cerciorarse.


Contaba que ver las fotos era un momentazo, porque tienen que estar tomadas desde arriba, desde los laterales, de frente... Sin que se vea la cara del señor, en plan posturita posando en bolas, sino la zona en cuestión erecta. Sólo el pene. Y, como podéis imaginar, son fotos caseras, a nadie se le ocurre ir a un estudio para eso ( “me fotografíe la polla, por favor...) así que ves de fondo la encimera de la cocina, o el mantel de ganchillo regalo de la suegra, fotos de las comuniones de los niños, o el espejo del mueble del dormitorio...



Pero un día observó perplejo en la fotografía una foto al fondo de Álvaro del Portillo. El pene en primer plano, torcido y eso, y difuso, pero identificable, el retrato de Álvaro del Portillo..."yo- añadió- al hombre le conocía, así que le pregunté"...”pero tú, donde te has hecho esta foto? “.




Nunca lo averiguó. Ese secreto se lo llevará a la tumba.


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