Esa lección la hemos aprendido, ¡ y de qué manera!, por el coronavirus.
Aquí estábamos a puntito de ir al Castillo de Pubol a cantar a Dalí, y armar una gorda. Lo conseguimos.
De bien pequeño recuerdo a mi madre profetizándome eso de " un día te partirás la crisma". No supe qué es eso de "la crisma" hasta que me la partí. Aquí se recogen unas memorias de ese romperse la crisma durante mis 62 aaños de vida y los intentos de recomponerla...en eso estoy. Busco consolar al triste, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra y redimir al cautivo. ¿Hay alguien que no se haya roto la crisma?
Fue mi primer año de becario en Viaró. Tendría unos 21 años.
Estaba dictando un texto en una clase de Lengua en tercero de primaria. Un niño se levantó , se dirigió hasta la pizarra, la tocó, y regresó a su pupitre.
- ¡ Muy bien, hombre!...¿de excursión?
La clase rio divertida.
Poco tiempo después el mismo crío se levanta de nuevo, se acerca a la pizarra, la toca, y vuelve a su sitio.
- ¡ Vaya, hombre!...¿de cachondeo?...
El chaval reía , una sonrisa como del que no entiende el chiste.
Pasó poco rato y el niño vuelve a hacer lo mismo. Se levanta, toca la pizarra, y se sienta. La clase , alterada, se burla. El chico me mira y ríe. Es una risa del que está en el desvarío. Una risa y una mirada como desenfocada. Ese chaval sufría.
Me acerqué a su pupitre le pregunté qué le sucedía.
- No lo sé.
- ¿ Y por qué vas hasta la pizarra y la tocas.
- No lo sé.
Se puso a llorar. Se levantó y repitió la acción que parecía un rito , una adicción enfermiza.
Lo llevé a un despacho para hablar con él, y que la clase no se burlara de él. El niño se retregaba las manos y sonreía sin sentido.
Se lo comenté a su tutor.
- Yo me encargo.
Nunca más volví a ver a aquel crío. Han pasado cuarenta años y aún recuerdo aquella mirada, aquellos gestos, el desvarío, el dolor.
Después he visto ese mismo niño en versión adulta, con otros rostros, otras adicciones, otras pizarras, otros recorridos absurdos, otras lágrimas, y otros " no sé lo que me pasa"...y, en ocasiones, ese niño tenía mi cara.
Sucedió en Barcelona .
Eran unos padres que habían tenido a su hija un poco mayores . Y tenían por costumbre que la nina participara y asistiera a todas las actividades que realizaban.
Este tipo de educación suele criar niñ@s algo repipis, cursis, de vocabulario barroco, y metomentodo.
Aunque no siempre.
Invitaron a cenar a dos matrimonios, conocidos de la clase de su hija.
La niña también asistió.
Durante la cena, Nuria, la niña, no hacía más que acercarse mucho a la frente de uno de los comensales. Incluso se levantaba de la Mesa y miraba el cogote de aquel hombre.
Perplejo, le preguntó qué le llama tanto la atención. - Es que mi madre le ha dicho esta mañana a mi padre que tienes más cuernos que la sala de estar de Curro Romero.
Por supuesto, el matrimomio se separó, y nadie quería ir a comer a esa casa.
Después de fallecer Manuela decidí ir Guatemala. Allí había una ONG que tenía varios proyectos impulsados por don Xavier.
Xavier arquitecto mexicano que durante años trabajó para la Madre Teresa. Conocerla le transformó. Su vida se dividió desde entonces en dos: antes de conocer a la Madre Teresa, y después de conocer a la Madre Teresa.
Se vino a Tamahú decidido a entregar su vida a los pobres. Es hombre culto, desprendido, generoso, noble, de una inteligencia práctica, muy de arquitecto, que encuentra soluciones donde no las hay.
Era de una piedad sólida, nada histérica. También tenía algo de caballero, de los que ya no se dan. Irónico, señal de inteligencia, sabio y, aunque está de vuelta de muchas cosas, no ha perdido la ilusión por la vida.
¿Por qué me embarqué en esa aventura?. No lo sé. Una de esas decisiones que tomas y que hoy te das cuenta que no tenía mucho sentido. Probablemente huía de mi mismo, de la soledad que en que me había quedado sin Manuela. Entonces , ¡ lo veo tan claro!, vivía en el desvarío.
Llegué agotado de un viaje transoceánico. Además había tenido un mal rollo con la tripulación de vuelo. Saltaron las alarmas al fumar en el lavabo del avión. ¡ La que se lió!. Me cacheraon, me detuvieron. Me llevaron a las autoridades del aeropuerto.
Me acosté sin saber donde estaba.
Pensé que llevaba horas durmiendo , me ducho, Bajo a recepción y encuentro una escena de ciencia ficción: una partida de obreros en una bruma de polvo en suspensión, haciendo obras.
Pregunto la hora en recepción: es la una de la noche.
Vuelvo a la cama.
Tuve pesadillas donde todo se me venía encima. Yo mismo me caía encima de mi.
Desayuno a las 7.00. Un venezolano , residente en Miami, me pide desayunar juntos.
Le cuento que hago, y la extraña situación en la que me encuentro, entre perplejo, y acojonado. No consigo contactar con don Xavier.
Mi acompañante se llama Ele , de Eleazar.
Y me dice que debo seguir adelante, que hay pocos como yo, que todos pasamos por momentos así. Tomo nota al llegar a la habitación de lo que me ha dicho:
"Piense porque quiere que le definan, si por lo que tiene, por lo que hace, por lo que quieren que digan de usted , o por lo que es".
Al terminar , me lleva a un lado recogido del comedor. Me impone las manos encima de la cabeza y reza unan oración pidiendo a Dios fuerza y gracia para mi. No sé qué hacer. Sin embargo, estoy convencido de que ella estaba allí. Ella es Manuela.
Así comenzó mi aventura en Guate.
Este es don Xavier.
La seguridad no existe. Ni está en la vida, ni en la Naturaleza, ni es experimentada por nadie. Esa lección la hemos aprendido, ¡ y d...