Cíclicamente sucede en las salidas de los colegios, en discotecas, el espectáculo que acontece cada año en el Serengeti-Mara.
El fenómeno migracional va estrechamente vinculado a las lluvias, por lo cual cada ciclo es diferente. Todos los años las grandes manadas se concentran en un lugar determinado en una fecha determinada. Más de 1 millón de ñus, 350 mil gacelas , así como unas 50 mil cebras se reunirán para hacer frente al gran ciclo de la vida. En los meses de la sequía se ha desplazado atravesando la reserva de Maswa, hasta las riberas del peligroso río Grumeti donde los cocodrilos andarán esperando su gran banquete anual.
Los cocodrilos gigantes esperan las inocencia de los herbívoros que se acercan a beber sin tener memoria de las carnicerías de años anteriores.
Era bella. Bailaba. En el centro de la pista, aquella espléndida chica de carne tostada danzaba y todos la miraban fascinados. Un encantador joven con cara alargada y exótica se acercó a ella. La sedujo con alcohol, la invitó a una raya. Nadie sabía que ese hombre tenía las mandíbulas de los saurios. ¿Cómo una criatura podía ser tan hermosa y dañina? Tenía la belleza de los anuncios.
En efecto, al llegar al amanecer esa mujer fue devorada. Cuando la fiesta se hallaba en la cumbre, se produjo una gran carnicería en la discoteca. Unos días después, otra chica de diseño y tamaño parecido bailaba en un local nocturno de Ibiza . Tenía la naricilla graciosa. Brincaba en medio de la pista y su belleza causaba admiración. Varios cocodrilos se acercaron al borde de su escote. A su alrededor había densidad de música, carcajadas y licores. En el instante preciso uno de los caimanes se lanzó a degüello y entonces la pista se encharcó de sangre .
El techo de la discoteca se vino abajo y parte de la guapísima clientela quedó salpicada entre chasquidos de fauces infatigables.
Masacres como ésta se repitieron en diversos locales de moda, tanto en la costa como en las islas, en fiestas de pueblos y campamentos. Estas matanzas no despertaban en los amantes de la noche ninguna clase de terror. Como los ñus, nadie guarda memoria en su instinto de esas matanzas.
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