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sábado, 11 de julio de 2020

TÍA BUENAAAA, TÍA BUENAAAA

 Aquel hombre al leer la Biblia  le costaba mucho aceptar que el Espíritu Santo fuese su autor. Había pasajes que no. Uno de ellos eran esos que, al terminar una batalla el Pueblo Elegido, se lee que “omnes simul clamabant” (todos juntos cantaban),”y miles de tíos se marcaban todos a una unos salmos de la leche, más largos que un chorizo de Pamplona y con unos textos difíciles. ¿Cómo podían ponerse tanta gente de acuerdo y coincidir en el mismo texto de un modo espontáneo?” .

Un día me contó que “ Nuestro Señor, sabiendo de mi zozobra espiritual, vino en mi ayuda y me hizo ver que sí, que todo en la Biblia es palabra de Dios”.

Y es el caso que en Zaragoza, se rodó Salomón y la Reina de Saba , de Samuel Bronston, con Yul Bryner –el divino calvo-, y Gina Lollobrígida, conocida como “la Lollo”. Y nuestro hombre  estaba haciendo la mili allí. Mandaron a la tropa como extras de la película a rodar varias escenas al desierto de los Monegros. La peña emocionada –hay que ponerse en España años cincuenta– de poder ver a la Lollo en vivo. 

La Lollo entonces era un monumento de mujer, un símbolo, un ser de otro planeta, un referente, un canon de belleza que hasta los perros y los gatos se daban la vuelta para verla.…Y llegó la escena cumbre. Se trataba de representar el recibimiento de la Reina de Saba en las puertas de Jerusalem por Salomón y su ejercito. Colocaron a todos los soldados de reemplazo en dos filas, vestidos de judíos, lanza en ristre y cascos de época. Samuel Bronston dio las indicaciones para el rodaje con un megáfono.

- Señores, vamos a rodar la escena en que la Reina de Saba es recibida por Salomón en las puertas de Jerusalem. La Reina va a aparecer en un carro tirado por dos caballos por allí, entrará entre las dos filas que ustedes han formado, y ustedes deberán manifestar su alegría porque ella llega. Me da igual lo que digan porque no se va a grabar sonido, pero deben manifestar mucha alegría. Levanten las manos, griten alegres ,celebren y festejen el recibimiento.

Todos contentos, expectantes y nerviosos porque, por fin, iban a poder ver pasar a escasos metros de ellos a la auténtica Gina Lollobrígida. ELLA. Y eso se lo contarían a sus amigos, a sus hijos, a los hijos de sus hijos… ellos estuvieron allí.

Efectivamente, a lo lejos, ven venir un fastuoso carro tirado por dos corceles, negros como ala de cuervo, guiados por la mano de la Reina de Saba que asomaba de una magnífica túnica blanca, escote abierto por delante hasta la rodilla, frente altiva, mirada de leona: ¡¡¡LA LOLLO!!!.

“Y, de repente, sin ponernos de acuerdo, de un modo espontáneo, como los auténticos soldados de la Biblia, comenzamos todos a gritar “omnes simul clamabant”. ¡¡¡TÍA BUENAAAAA, TÍA BUENAAAAA, TÍA BUENAAAAAA”… Y vi que el señor me había hecho ver que la Biblia no miente”. Allí también todos “omnes simul clamabant”...clamaron el mismo texto.



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